miércoles, 20 de marzo de 2013

No son invisibles…. Podría ser la mujer invisible, o el hombre invisible… El diccionario define la invisibilidad, como la circunstancia de no poder ser visto. Algunas organizaciones están llenas de colaboradores invisibles. Muchas veces esta invisibilidad no es querida ni provocada, muchas veces es casi impuesta. El colaborador invisible es aquel que está pero no está, habla pero no se oye, existe pero no existe. Muchas veces es el colaborador sin nombre…. En varias reuniones oye que “es el recurso más importante de la organización” algunas veces se dice “el activo” y se genera la discusión si es “un activo” o “un recurso”, al final no importa, dice el ser invisible… lo importante es que soy un ser humano. Ese activo importante tiene un nombre, pero no importa si al final a pesar de ser el “activo” o el “recurso” más importante, piensa que: sigo siendo invisible al punto que ni nombre tengo… o tal vez si tengo nombre, pero al ser invisible no puedo ser visto. Algunas veces llegamos a nuestra organización y vemos sin ver a estos seres invisibles, no nos detenemos a pensar ni cómo se llaman. A veces aceptamos con asombro que pasaron por nuestra organización y ni siquiera nos detuvimos unos minutos para preguntarles cómo se sentían. La indiferencia, el desinterés, la falta de empatía y la falta de solidaridad, no son buenos aliados de la motivación, el compromiso y la eficiencia. Sería muy prudente volver visibles a los invisibles, llamarlos por su nombre, preguntarles cómo amanecieron, cómo se sienten, hacerlos sentir con honestidad y sinceridad que son seres humanos que se ven, que…. No son invisibles. Randall González. Presidente de la Asociación Costarricense de Gestores de Recursos Humanos. ACGRH. Sígueme en Twitter: @randallglez y en humanizandomentes@blogspot.com

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