jueves, 4 de abril de 2013

Muchas veces somos demasiado paternalistas. Ayer por la noche, mientras descansaba cómodamente en un sillón de cuero en un reconocido Centro Comercial, sin mayor preocupación por el tiempo, inicié un ejercicio que debo de aceptar hago con alguna frecuencia. Mientras esperaba, decidí analizar el comportamiento, la actitud y el lenguaje corporal que transmitían algunos colaboradores de este lugar. Casi de manera instantánea me llamó poderosamente la atención un colaborador del área de limpieza, cuya edad podía rondar los 33 años. Esta persona insistía en acercarse a otro colaborador que estaba realizando labores de vigilancia, siendo que cada vez que se le acercaba le hacía varios comentarios muy fuertes relacionados con uno de los jefes. Estos comentarios los hacía de manera audible para los clientes del lugar. El vigilante trataba de no participar de los comentarios y con algunos movimientos o gestos faciales, trataba de no ser descortés con su compañero de trabajo. Le decía la persona de mantenimiento al vigilante, que: “yo no aguanto ni medio… yo no me dejo….si tengo que agarrar a mi jefe del pescuezo lo hago sin pensarlo… igual apenas tengo 4 meses de laborar en este lugar y yo no pierdo nada…” Esto lo decía de manera serena y casi que con un afán de persuasión. Pasaron algunos minutos y nuevamente esta persona de mantenimiento, se le acercó a otro grupo de compañeros y volvió a repetirles las mismas frases. Pensé en cómo un colaborador con esta actitud puede afectar a una organización, y los costos negativos que puede sumar. Consideré que 4 meses es mucho tiempo para no haber detectado a un generador de malas prácticas… Muchas veces somos demasiado paternalistas. Randall González. Presidente de la Asociación Costarricense de Gestores de Recursos Humanos. ACGRH. Sígueme en Twitter: @randallglez y en humanizandomentes@blogspot.com

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